miércoles, 24 de septiembre de 2008

Mañana no sé, pero oí Seguimos....

Qué pinche necesidad había para cruzar media ciudad y asistir a un concierto de ochocientas mil bandas de punk dizque argento. Qué necesidad había de gastar cincuenta pesos en una entrada de dicha tokada y que necesidad había de llevar chelas desde una tienda, siendo que adentro venden.

Esos, parecían los pensamientos que dentro del cráneo de Sandra, mi mujer, se creaban. Y se revolvían en su cabeza una y otra vez, intentando comprender de alguna manera toda esa fiesta que antecede al asistir a una tocada de los Seguimos Perdiendo. Porque hay que aceptarlo, toda la semana Sandra nos veía raro: a mí y a su prima Giovana. Seguramente creía que estábamos exagerando, que sólo era una tocada más y que de ahí no iba a pasar. Que a sus dieciocho años había visto a los Seguimos... unas tres veces y si le laten, pero nada más. No comprendía esa emoción que su güey y su prima comparten. Esa fiebre, que a mí en un Alicia me hizo llegar al escenario y zambullirme entre la gente y a Giovanna, saltar como catapultada, pasándose por las verijas el manoseo de todos los cabrónes.

Adentro del lugar y con mi mujer sentada en las piernas, las primeras chelas se abrieron y la mota se desentusaba. En esos segundos de sobriedad. En ese instante, cuando tenía los ojos negros de Sandra a unos centímetros de mí, mirándome, pidiendo mi boca, mis valedores riendo y una banda tocando sobre el escenario a Flema; por ese minuto, me di cuenta que tenía todo. Y que entonces en ese momento no importaba que seguramente íbamos a sufrir el regreso, el domingo no íbamos a tener para curárnosla o que el lunes Sandra y yo seguiríamos a vagando las calles, de la mano, si sentido ni dirección.

Los primeros toques llegaron con sus respectivas chelas. Los chistes y las risas volaban en medio de covers a Embajada Boliviana, Flema, Cretinos, Nihilismo y demás bandas que en algún momento a mis valedores y a mí nos han musicalizado una peda o nos han arrancado alguna lagrima por una mujer que nos cierra las piernas. Bueno hasta mi mujer la complacieron, tocando Bob de Nofx, una rola que la hizo sonreír en pleno viaje al reconocer la canción.

Dentro de mí, mientras la mayoría se lanzó por el segundo cargamento de chelas y me quede sólo con Sandra y otros dos compás, me puse a recordar aquellas fiestas, cuando Giovana y yo, teníamos dieciséis años y entonces, buscábamos las tokadas de estos putos de Seguimos.... Esos desmadres en los que nunca sabías como ibas a acabar y podíamos ver al Maic tocando ya con más corazón que capacidad. A lo mejor por eso, sentí muy raro; cuando de repente en pleno bajón empecé a escuchar como mi corazón retumbaba: oí, oí, oí, seguimos perdiendo...oí, oí, oí. Pero se escuchaba como si ese retumbar fuera lo que llenara cada rincón del lugar.

Levanté la cabeza, y no era mi corazón, si no todas las gargantas ya impregnadas de activo y chupe. Que en una sola voz hacían temblar cada rincón del lugar. Esas voces que me hicieron levantarme, para quitarme de una vez por todas, las brumas del bajón que me estaban tumbando. Caminé hacia delante, sin decir nada, dejando atrás a mi mujer. Me escabullí como pude hacia delante, justo atrás de un tipo que me hizo pensar que Joey Rammone no había muerto. Frente al escenario, con el olor de mil monas al mismo tiempo, de repente un chingo de cosas se pegaban en mi cabeza: la vaciedad de mis bolsillos, el mañana que parece más mierdero, las materias que no he pasado y el no tener más de veinte pesos en la bolsa para cruzar más de la mitad de la ciudad.

Y al levantar la cabeza, los vi. A esos tres cabrones, acomodándose en el escenario, que ha sido reducido a algunos centímetros por la banda que se subió para compartir al menos un acorde junto a ellos. Nena boba empieza a resonar y dentro de mí, algo empezaba a despertarse, como si algo dentro luchara por salir. Tal vez sea lo que me hizo saltar hacia el slam cuando cantaron las drogas. No sé exactamente que sea, pero explotó cuando ese grito totalmente desafinado( ah que por cierto justo en ese segundo me di cuenta que eran cuatro y no tres), el puto vocalista grito: te vas al bar hoy en al noche/ para poder olvidarla/ porque hoy otra vez/ la puta la volvió hacer/ solo pides y la bebes/ y vez el fondo del vaso/ y la espuma de cerveza me recuerda su querer... Y pude sentir que tenía dieciséis años otra vez y mandar a la mierda todo y dejarme llevar por ese huracán, como he hecho siempre, dejarme llevar. En un segundo, subí al escenario, para descansar y vi a todos, a toda la banda coreando las rolas, dejando todo en su grito. Porque posiblemente y esto todos lo sabíamos, sin necesidad de decirlo, que saliendo de ahí todo se va a la mierda y tenemos que soltar ese grito porque no hay más.

En eso pensaba, cuando, con la llovizna en nuestra cabezas, sin una puta idea de cómo regresarnos, la banda callada y con la mano de mi mujer apretándome, caminábamos las calles, con la luna como único testigo. Nadie hablaba, porque no había necesidad de hacerlo, porque ya habíamos dejado la vida, como la veníamos dejando desde hace muchos años. En algo tan fugaz que sólo lo vemos nosotros y existe por unos minutos.

Para Sandra, sólo fueron unos ancianos culeros que quieren chupar gratis. Pero en realidad son nuestros ancianos culeros que chupan gratis. Porque no importa que aunque se esfuercen siempre toquen de la chingada, canten la misma mierda desde los catorce años o suban al escenario hasta la madre, siempre los iré a ver, porque estar ahí, es como estar en lugares que alguna vez pise, sin ninguna puta preocupación.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Manos que estrechan...

Hay veces que la noche parece más oscura de lo normal y las voces no te dejan dormir. Esas voces que te dicen: no hay tiempo, la cagaste, estas equivocado. Y das vueltas y vueltas en tu cama, intentado escapar de tus pensamientos. Pero no logras safarte y la angustia te atrapa, estrechándote en sus manos y exprimiéndote hasta dejarte seco.

Te levantas y entre la oscuridad de tu cuarto buscas el I-pod y la pipa. Por fin con las dos cosas entre tus manos, te paras frente a la ventana viendo hacia la noche que parece el interior del hocico de un lobo. Le picas a la pipa, esperando que haya al menos lo suficiente para un jale, uno decente, no pides más. Juntas dentro de la pipa, el hachis y la ceniza que te queda y el pensamiento que ya mañana tendrás una vela para ti solito te calma, pero por ahora es lo único que tienes. Te pones los audífonos, y con la pipa en la mano, buscas en la pantallita. Recorres tu lista de reproducción, hasta que te encuentras a EKKAIA.

Te pones la pipa en la boca y el encendedor cerca. Te sorprendes del primer jale, que entra directo a tus pulmones. Aguantas el tanque dentro, hasta que es imposible y lo escupes en forma de tos. Luchas por otro jale, uno más. Esta vez si es el último, porque sentiste la flama cerca de tus labios. Te quedas viendo al horizonte y es cuando los audífonos te vierten en el oído ese sonido. Y dentro tuyo se forma un Apocalipsis convertido en música. Todo tiene sentido y se ha revelado. Cada acorde, madrazo en la batería y grito lleno de furia cobran sentido. El presentimiento que se acerca el final.

Entonces, frente a tus ojos la tierra se abre y llueven bolas de fuego. Y los padres de familia salen de sus casas, montando caballos que escupen ácido. Cabalgan entre las calles sorteando las grietas y empuñando su verga. Violando chamacas con faldas de secundaría y calcetitas blancas. Las raptan de sus camas y encima de sus caballos las penetran por el culo.

Y ves que frente a ti, en una azotea, EKKAIA toca, como si nada pasara. Como si fuera el soundtrack del día final. Y ese huracán de furia se convirtieran en acordes, melodía y gritos que vomitan odio. Tanto y tan fuerte es ese vomito, que opacan los gritos llenos de sufrimiento y dolor de las niñas con el culo reventado.

Desde tu ventana todo eso parece tan divertido, que casi y te puedes dormir.

jueves, 11 de septiembre de 2008

CUANDO LLEGUEN LOS DRAGONES X-2...

Las grietas del techo atrapan la atención de Juanon. Se imagina, que dentro de esas grietas viven el chingo de hormigas. Y que esas hormigas dentro de las grietas se están comiendo la casa. Y va a llegar el día en que la carcomerán por completo y van a tirar el techo. Entonces él llegará todo pacheco, ya tarde, listo para las chingaderas de su jefe. Y se va a encontrar, su cantón derrumbado como si un terremoto la hubiera sacudido. Va a caminar sobre las ruinas y se va a encontrar la mano de su jefe saliendo de entre los escombros e implorando ayuda. La va ver y se va a cagar de la risa...

viernes, 5 de septiembre de 2008

EL SONIDO Y LA FURIA

Imagina que tu vida quepa en tres acordes ejecutados a toda velocidad. Que tu tiempo lo dicte una canción que no duré más de un minuto o minuto y medio a lo mucho. O confiar el corazón a un tipo, o a veces tipa; que frente a un micrófono vomita todo lo que piensas, pero que no puedes sacarlo. Imagina todo eso y después multiplícalo por mil noches de diversión, de amigos, de furia y madrugadas llenas de cansancio y divídelo por los momentos llenos de confusión y frustración que permean tus días ¿Qué te sale de esa operación? Pues nada, es pura mierda.

Porque sabes, somos pocos, y no es por ser elitistas, en serio somos pocos. Pero no nos hacen falta, ustedes quédense con su mierda de duranguense, de metal y esa mierda oscura para putet@s. Y quédensela porque en algo se tiene que entretener aquellos que no se atreven a pasar esa barrera en la que estamos nosotros. En la que nada importa, en la que dejamos el alma en una canción, porque no nos queda nada. Ya que todas las puertas se nos han cerrado como las piernas de las mujeres que nos abandonaron por seguir este camino. O los ojos de los padres, que se cierran para no ver la mediocridad en la que nos movemos. Y sí, ese es el pan de todos los putos días, porque hemos crecido en medio de esos dedos que nos pican, nos molestan, nos señalan, hasta que te hartas y dices: ya me tienen hasta la madre cabrones. Y entonces vas con los iguales y explotas. Aunque los demás te digan: amanece, eres joven, alguien les tiene que decir: es la puta medio noche culero.

Es que no entienden que enloquezcas cuando la voz de Henry Rollins revienta en tus oídos, un sólo de Bad Religion te arropa una noche, la velocidad de Minor Threat te hace temblar o cuando te juegas todo en un slam o mosh, porque sabes que no te queda nada; más que moverte hasta donde tope. Porque el jarcore, jarcore-punk, jarcore vieja escuela, jarcore melódico...O cuánta mierda inventan(y también inventamos porque no decirlo), para querernos etiquetar, se va al carajo. Ya que esto toca las aristas de un mismo punto y en una sola tokada se puede viajar del odio más inconado a la melodía más tierna.

Pero, no somos especiales, en realidad somos fáciles de remplazar, esa tal vez sea la diferencia, que sabemos que no somos especiales, que no nos sentimos únicos y que nos podemos pasar por el culo a los headbanger también a los putetes seudo intelectuales oscuritos y que podemos mear cada centímetro de negro que recorre sus cuerpos sin sentimiento de culpa alguno.

En eso pienso, ahora, acostado en la playa empapado en sudor, con el cuerpo hecho trizas y mi mujer acariciándome los moretones. Los dos estamos vacíos, porque hemos dejado la vida a pedazos, que nos los tuvieron que quitar a punta de madrazos. Es cuando respiro profundo, abrazo a Sandy, y espero que role el toque que la banda fuma, porque sabes, mañana no sé que putas hacer y no me importa, por hoy mi hambre de ruido fue saciado y la furia aplacada. Y gracias a eso, puedo abandonarme al toque y a la vagina de mi mujer sin nada en que pensar.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Cuando llegen los dragones...X-1

El micro paró, ya habían llegado. Juanon bajó rápidamente y Marian lo sigue. Les dejo de hablar a ella y a Mark unas dos semanas, pero se le olvido todo cuando se enteró, que el Mark le dio en su madre a un morro que se reía a sus espaldas. Entraron después de mostrar sus credenciales. Juanon se adelanta, casi corriendo. Marian baja el paso, para guardar la credencial en su mochila. Levanta la vista, ve toda la gente que ocupa las jardineras, algunos incluso sonríen. De la nada Marian empieza a sentir una opresión en el pecho, una sensación de asfixia. En el cielo un sol amarillento se posa, pero Marian lo ve todo descolorido. Entonces sus manos le empiezan a sudar y temblar de apoco. Mira la pantalla de su I-Pod y busca a NOFX , cualquier disco, cualquier canción. Sus audífonos revientan con Pharmacist Daughter y le sube a todo lo que da. Cierra los ojos, dejándose aturdir. Se queda ahí quieta un momento. Hasta que abre los ojos y puede respirar profundo. Con el escándalo en sus oídos se acerca a la jardinera, donde la banda deja sus mochilas y sus nalgas. Marian llega saludando de beso en la mejilla a todos y se sienta en un extremo de la jardinera. Esperando a que los dragones lleguen y se lleven a la mierda todo.