viernes, 27 de febrero de 2009

CUANDO LLEGUEN LOS DRAGONES X8

Marian se acuerda como que ensueños, por cachos, de lo que pasó esa vez. Y cuando se esfuerza por más o menos hilar una serie de imágenes en su memoria, nada queda totalmente pegado en su cabeza. Sólo toma conciencia, de regresó a su casa, viendo por la ventana del microbús. Ahí apretada, en esos asientos para enanos, junto a un Juanon que en pleno bajón se reía a ratos y sin razón. Recuerda que veía las calles por la ventana, con su frente pegada al cristal. Se quedaba ahí, sin decir palabra, viendo en cada esquina una banda echando coto, una pareja fajando, un puesto de comida grasosa y en un alto, vio a esos cuatro: una pareja, como de veintitantos cada uno y dos escuincles, una niña que está arriba de los hombros de su papá y otro en la carreóla, empujada por la mamá.

Ella se quedó así, viendo a esas sonrisas sin decir nada. Entonces, en su estómago, le despertó un asco, un enojo que le hizo apretar la mandíbula. Cerró los ojos para no vomitar y justo cuando el micro avanzaba, en su cabeza se inició su propio viaje. Llegó hasta enero, unos días antes que los jefes dejen cosas de plástico en un árbol de navidad. Se acuerda entonces que todo lo veía desde las alturas, donde sentía que nadie la podía tocar. Veía por todas parte barbas, gritos, caballos, elefantes, camellos y un olor a algodón de azúcar llenaba el ambiente. Marian guiaba a su jefe como si fuera un caballo, que con jalones de cabello lo llevaba donde sea. Ella veía de un lado a otro, inspeccionando a los Reyes Magos de su elección para tomarse la foto. Podían aventarse toda la alameda, hasta que ella escogiera a los que le gustaran. Por fin cuando el micro llegó al paradero, Juanon la tuvo que mover para que se despertara y bajar de ahí. Recuerda el camino a casa y esa preocupación, esa como astilla, de saber que al cruzar la puerta otra vez los gritos, las chingaderas. Pero, cuando entró, su hermanito andaba viendo la tele y su Jefa todavía no llegaba.

-Oye, que la malita de Alejandra se peleo con el Mark ¿no?- pregunta Marian, mientras busca en el I-pod algo que se le antoje escuchar.
- Sí, no se hablan. La chichona se indignó por lo de Mark, que la abrió de su cantón.
-Te digo que está malita la pobre, oye y ¿ese güey?
- Sepa donde ande, yo creo que con su ruca, porque no se ha parado por aquí en todo el día.
Ya no dijeron nada más. Marian se concentró en sus I-pod y Juanon en el bajón que le estaba pegando cada vez más.

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