viernes, 20 de marzo de 2009

Dejar caer

Dejarse caer
como la lluvia
que sin compasión
lava cada rincón
podrido de la ciudad.
Dejar que los ojos cedan
al peso del sueño
que les niegas
hace ya varios días.

Porque tal vez
al final,
irte tantas noches en blanco
con las manos vacías
y la verga solitaria
no sea tan malo.
Si puedes renunciar
a todo en una sola noche
apagándote,
como una bacha aplastada en la pared
o como la roka
que al sentir la flama
se difumina en los pulmones de un cabrón que sonríe hacia la nada.

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