sábado, 16 de enero de 2010

XXXXXX

Justo ayer, retomé el primer poema de Bukowski que leí en mi vida, el cual dice:



Fuera de los brazos ...

Fuera de los brazos de una amada
y dentro de los brazos de otra.

he sido salvado de morir en la cruz
por una señora que fuma mota
y que escribe canciones y cuentos,
que es mucho más cariñosa que la anterior
y el sexo es tan bueno o mejor.

no es nada agradable ser clavado en la cruz, abandonado,
es mucho más placentero olvidar a un amor
que no funcionó
ya que finalmente
ningún amor funciona.

es mucho más placentero hacer el amor
en la costa Del Mar
en el cuarto 42 y después
sentarse en la cama, tomar un buen vino,
platicar, tocarla, fumar
o escuchar las olas

he muerto muchas veces
creyendo y esperando, esperando
en un cuarto,
la mirada fija en el techo agrietado,
esperando un telefonazo; una carta, un toquido en la puerta,
un sonido...
volviéndose loco
mientras ella baila con desconocidos
en un centro nocturno.
no es nada agradable morir en la cruz
es más placentero escuchar tu nombre, quedito,
en la oscuridad.

Cuando leí por primera vez éste poema, no lo entendí del todo, más bien no entendí una mierda. Pero, aún así, me fascinó, me dejo en la pendeja. Porque aunque no lograba descifrar todo, sentía que dentro de esa telaraña de palabras había algo, un dolor, una melancolía que como un tesoro está bien escondido. Y es que hasta a la melancolía hay que saberle llegar, saber acercarse, sentarse a su lado. Porque si no sabes acercarte, corres el peligro que te avasalle y parecer un pusilánime con la mirada de perro, caminando, chillando por lo que ya se fue. Así que hay que acercarse uno a la melancolía como uno se acerca a una vieja tetona. O sea, con mucha precaución y lentamente, porque la mujer tetona sabe que esta tetona y sabe lo que estas buscando.

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