lunes, 29 de diciembre de 2008

Cuando lleguen los dragones X6

Todos lo ojos del salón se clavaron en él, esperando a que hiciera algo. El sonido de la silla de metal cruza el salón. Su figura flaca y encorvada se para frente al pizarrón lleno de números y letras. Está ahí, a unos metros, con el plumón en su mano, pero no sabe que hacer. Todos los datos se mueven de un lado a otro y Juanon se siente fuera de lugar, sin una puta idea de lo que está haciendo ahí.

-La verdad no sé- dice Juanon, extendiéndole el plumón al maestro-, no sé nada.
- Así de fácil, señor, se rinde.
- Sí, así, tenga.
- Haber, yo le voy indicando como hacerlo- dice el Mario Bros, haciendo una seña con la mano-, escriba.
- No, es que no sé, mejor lo veo desde mi lugar.

Las manos le empiezan a temblar, se siente como sí estuviera en paredón de fusilados y tuviera ya el ejercito enfrente. Por eso a su jefa nunca se le hizo verlo declamar poemas por el diez de mayo o verlo bien bañadito diciendo datos inútiles de gente muerta.

- Tenga, no sé- dice Juanon, extendiéndole el plumón al maestro.
- Bueno, señor, tomé asiento- dice, tomando el plumón en su mano y siguiendo con la mirada al Juanon-, bueno, se queda de tarea las páginas quince y dieciséis del cuadernillo, ha, y señor-dice el Mario Bros, dirigiendo una mirada burlona al Juanon-, otra palabra que debería aprenderse, antes del no sé, es: ¿puedo limpiar su parabrisas? Y si vuelve a decirme no sé, se va de mi clase, ¿de acuerdo?

Tomó sus cosas del escritorio y salió. Marian y Juanon se quedaron callados, viéndose el uno al otro, hasta que él dijo:
- Por la verga qué.

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