viernes, 3 de abril de 2009

De Tijuas al Defeño

Tijuas y Defeño, norte y centro. Los dos epicentros, donde los gérmenes del punk empezaron gestarse, con su propia lógica y dinámica, pero luchando siempre contra todo lo que niega su existencia. A finales de 80s, cuando México estaban en plena cruda petrolera después de una noche de farra neoliberal. Cuando en la nubes de la resaca, la caja idiota les regala los artitas de plástico producto del intestino de telerisa, para tenerlos maniatados. En Tijuas, la influencia gabacha a todo lo que da, mamando directamente de las leyendas del sonido californiano. Con ese ruido lleno de “eses” que lo dicen orgulloso por estar en esa capital del mundo, donde Circle Jerks, Adolecents y otros héroes venidos a menos han encontrado eco en ese limbo, donde no quieren la América que ellos renegaron ni el México que Tijuana No escupió en cada rola. Entonces, Tijuas, ese mero, donde podemos ver en los Skates, sorteando desde siempre a la droga, las balas, el racismo, la violencia y ese destino, que seguramente les espera como “frijol” del otro lado. Por eso, alargan cada vez más la infancia, la juventud, con un buen sonido californiano en los oídos y que les de fuerza para darle una vez más a la tabla bajo el sol de Rosarito.

Muy diferente al Defeño, donde parecía que al punk le habían quitado la cresta, lo habían perfumado y acomodando en la zona rosa, con un Dangerous Rhythm que tocaba lo que ellos creían que eran punk o un Rebel d Punk, que parecía más bien el Cesar costa o Enrique Guzmán de aquellos años fresas, adaptando rolas al español, copiando sin saber que pedo. Hasta que una mañana, haya por el 85, cuando la masa se preparaba para un día más de chinga, a la ciudad de un madrazo le rompieron la columna. Y entonces de entre los escombros, nacieron aquellos primeros punks, donde con sus propias manos empezaron a levantar piedra por piedra la ciudad que lo había negado. Entonces en ese momento ya existieron y el pinche ruido tomo las calles con un Masacre 68, que en pleno mundial gritaba una y otra vez.: hambre miseria y represión, hambre miseria y represión. Y entonces esas hordas, transitaron ese camino menos transitados, dándole la espalda a discolines y folklóricos con sus tendencias rojas e izquierdozas. Con ayuda de esa y otras bandas, regresaron a la periferias sus tres tonos, que han ido mutando como la ha hecho la misma ciudad, pasando por un Atoxxxico que ya empezaban a usar las tres “x” y se planteaban la vida sana, sin hablar de ella, hasta un Síndrome, que decía: Esto es puro pinche ruido. contando a un Seguimos Perdiendo con su sonido sudaka infectó al Df, es más hasta los Japis; que le cantan a la vieja que perdieron en la secundaría. Eso pasa una y otra ves, negando, escupiendo hablando, sobreviviendo hasta a la ola del SKA. Unos punks, escondidos en sus cívicos, en sus deportivos, haciendo la chinga del fanzine, esperando el sábado o dominguito y se puedan parar las greñas y lanzarse a la tocada, para ver si al menos esos cabrónes ya se aprendieron sus propias rolas. O los otros, que con unas X en sus playeras, esperan a juntarse con otros chavos, que le dicen no a los vicios y empezar el mosh de cada tarde, de cada tocada para todas las edades. Esas dos vertientes, direcciones, banditas, parecen tan lejanas, pero no lo es, porque vienen del mismo germen de la misma lucha, del voltear y ver porque están ahí o que pedo. Quienes fueron los primeros, si no los más chingones, si los primeros, los que aguantaron vara de un partido cúlero y que resistieron .Conocer cuál fue la historia, los colectivos, los comités vecinales y cuantas pinches luchas hubo en cada calle.

Pero bueno, ese es otro pedo, y la tocada detiene el tiempo sin detener a la tarde, que saca su chamarra negra con estoperoles de estrella. Es entonces que las guitarras se han cansado de zumbar, los bafles están hartos de vomitar chingaderas y la bataca, toda madreada por la putiza que le han dado se queda quieta, para que los perros tengan que corretear gatos sin ladrar. Pero en fin, desde esta ciudad, les observamos pinches viejos, y vemos como paso a paso la están cague y cague.

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